No sé que les pasará a Uds. con la música, pero para mí, es indispensable para vivir. Sublima las alegrías y es la mejor terapia para las tristezas, y, aunque no canto mal bajo la ducha, admiro profundamente a quienes pueden – en cualquier estilo – plasmar en notas y palabras la complejidad de nuestros sentires. Ayer viví una fiesta con Jaime Roos y quería recomendarles a aquellos que aún no lo han disfrutado, que vayan a verlo si pueden (sé que ya se presentó en Bue... See more No sé que les pasará a Uds. con la música, pero para mí, es indispensable para vivir. Sublima las alegrías y es la mejor terapia para las tristezas, y, aunque no canto mal bajo la ducha, admiro profundamente a quienes pueden – en cualquier estilo – plasmar en notas y palabras la complejidad de nuestros sentires. Ayer viví una fiesta con Jaime Roos y quería recomendarles a aquellos que aún no lo han disfrutado, que vayan a verlo si pueden (sé que ya se presentó en Buenos Aires y en Córdoba, pero aún le faltan varias ciudades de gira), y a quienes no lo conocen, que se acerquen a sus discos (quizás le falte a estos algo de la emoción del vivo, claro). Lo que me encantó, y esto es lo que quería en realidad compartir en este foro, es ver un músico (y su excelente banda) que, en estos tiempos de globalización, que parecen traducirse entre otras cosas en una anodina estandarización de los usos y costumbres de los pueblos (debería decir “made in USA?”), puede transmitir con sus canciones y su calidez el espíritu de un pueblo, tan pequeño y personal como el uruguayo. Me une al Uruguay, y en particular a Montevideo, un profundo cariño, y me parece que como nadie don Jaime puede captar esa mezcla de candombe, milonga, murga, tan particular de esa ciudad y que no tiene que ver con ningún otro lugar (porque a veces, los porteños solemos apoderarnos de la palabra “rioplatense”, pero creo que hay marcadas diferencias entre una y otra orilla). Algunas canciones, que tienen más de 20 años, compuestas desde su exilio en Francia, aún hoy están vigentes, o más que nunca, cuando la diáspora sudaca está también marcada por exilios – aunque quizás ahora por motivos económicos y no políticos. En fin, una oportunidad para el disfrute y la reflexión, y aunque quienes fuimos a verlo tuvimos que salir en medio de la nieve de una noche helada, volvimos a casa con solcito en el corazón. Desde la helada Bariloche... (hoy con muchos grados bajo cero). ▲ Collapse | |