Off topic: La traducción literaria
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Maria Luisa Duarte
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Sep 21, 2003

Hola Colegas.

Acabo de leer este reportaje que me pareciò muy interesante, y quiero compartirlo con vosotros.
Saludos
MLD


"Reportaje a Peter Bush
por Beatriz Rodriguez

Peter Bush nació en Spalding, Lincolnshire, en 1946. Estudió en la Universidad de Cambridge donde recibió con honores, el título de Bachelor of Arts en lenguas modernas y medievales.
Actualmente es uno de los Vicepresidentes de la Federación Internacional
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Hola Colegas.

Acabo de leer este reportaje que me pareciò muy interesante, y quiero compartirlo con vosotros.
Saludos
MLD


"Reportaje a Peter Bush
por Beatriz Rodriguez

Peter Bush nació en Spalding, Lincolnshire, en 1946. Estudió en la Universidad de Cambridge donde recibió con honores, el título de Bachelor of Arts en lenguas modernas y medievales.
Actualmente es uno de los Vicepresidentes de la Federación Internacional de Traductores (FIT) y preside su Comité de Traducción Literaria.

- ¿Cuál es su actividad al frente de Centro Británico de Traducción Literaria (BLCT)?

Como director del Centro Británico de Traducción Literaria (BLCT), me dedico a la promoción de la traducción literaria como un arte que se desarrolla dentro de la industria del libro, que cada día es más global y está más involucrada en el ámbito de las enormes compañías transnacionales. Mi trabajo conlleva la promoción del estatuto de los traductores literarios y, por consiguiente, una estrecha colaboración con las asociaciones profesionales.

El BLCT fue fundado en 1988 por el escritor alemán W.G. Sebald, recién fallecido. Es un centro nacional y recibe fondos del Arts Council de Inglaterra, de la Comisión Europa y de la Universidad de East Anglia. Forma parte de la red europea de centros nacionales de traducción literaria (RECIT).

- ¿Cuáles son sus actividades principales?

Cada año, durante uno o dos meses, recibimos a unos 25 traductores residentes. Los traductores llevan a cabo una traducción para la cual necesariamente tienen un contrato, su viaje se sufraga con fondos europeos que cubren también el alojamiento y los gastos diarios.

Organizamos talleres dirigidos por traductores profesionales con escritores residentes. Además, todos los años, en setiembre organizamos en el South Bank de Londres, en colaboración con la Asociación de Traductores, las Jornadas sobre Traducción Literaria, la presentación de los Premios de traducción literaria y la Conferencia del día de San Jerónimo.

Asimismo, colaboramos con otros organismos para dar mas realce a nuestro arte, fomentando un mayor interés entre los editores y los lectores, por ejemplo, la página web, en colaboración con el British Council (www.literarytranslation.com). Editamos el libro Re-arranging the World, en el que ofrecemos una muestra de distintas traducciones, enfocado hacia el mundo de los bibliotecarios, profesores y a los grupos de lectores.

- ¿Por qué decidió dedicarse a la traducción literaria?

Siempre me ha fascinado la traducción, la variedad lingüística... La sociedad británica está obsesionada por la necesidad de jerarquía y esta obsesión se expresa de manera muy especial en el campo normativo de la enseñanza, a través del engranaje pedagógico del idioma.

A los cinco años, tuve un golpe traumático cuando mi profesora me dijo, en la primaria, que yo no hablaba bien el inglés -lo cual era una manera de decir que no era correcta la manera de hablar de mis padres- y más tarde comprendí que era también una manera de descalificar su cultura obrera.

Me inicié en la aventura de mi repertorio de distintos registros del inglés, y muy pronto, en la tábula rasa del latín, el francés, y el español, tábula rasa porque en lo extranjero no tenía complejo de inferioridad, me sentía más en casa. En los años escolares y universitarios, hice breves incursiones literarias fuera de contexto según la tradición de Oxbridge, la prosa de Churchill convertida al latín de Cicerón, la traducción de Joyce al castellano, el Guzmán de Alfarache al inglés. Después del 68, dediqué cinco años a la militancia política y a la traducción de textos españoles, franceses, italianos y portugueses al inglés; estuve una década como profesor en institutos de Londres, donde reina el multilingüismo.

En los ochenta, empecé a traducir a Juan Goytisolo y a plantearme la vida en otros términos: ser director de un gran instituto o ser traductor literario profesional. ¡Es evidente cómo se resolvió el dilema!


- ¿Cómo es la situación de la traducción literaria en el mundo?

Hay un enorme desequilibrio entre el ámbito anglosajón y el resto del mundo. Las editoriales anglosajonas editan muchísimos libros, pero sólo un dos por ciento de esta producción son traducciones. En otros países, el porcentaje de libros traducidos es mucho más alto - Brasil (85%), Irán, (90%), España, Francia, Italia (30-40%) - y, claro, de estos porcentajes, la porción mayor del pastel corresponde a la traducción de la literatura de origen anglosajón. De ello derivan serias consecuencias en distintos niveles: una fuerte americanización de la cultura libresca mundial, una autosuficiencia insular atroz dentro del mundo anglohablante, una difícil profesionalización del traductor anglosajón por el mero hecho de la falta de trabajo. Hay muy pocos traductores ingleses que puedan dedicarse exclusivamente a la traducción.

El marco global de la industria ha cambiado muy rápidamente: bajo el lema de la libertad del mercado, cada vez hay menos variedad de productos y más predominio de las grandes empresas que abarcan una enorme gama de actividades, dirigidas por unos ejecutivos cuya única inspiración vital parece ser el mantenimiento de una tasa de beneficios de un 17%, punto más punto menos.

- ¿Qué progresos se han obtenido en los últimos años en este campo?

En algunos países de Europa, las asociaciones de traductores han conseguido mejoras considerables a partir de estrategias bien pensadas y colaboraciones con otros sectores, de lo que se viene denominando, en lenguaje burocrático europeo, "las industrias culturales". Claro, el progreso es muy desigual y depende de distintos contextos nacionales; no obstante, todos podemos aprender algo de estos casos para construir alternativas en nuestros respectivos países.

Durante años, los traductores noruegos han sido un modelo digno de imitar, como consecuencia de la huelga nacional que organizaron y ganaron. En la reciente re-negociación de aquel convenio, se enfrentaron a una patronal dura e inflexible, pero consiguieron mantener tarifas y contratos aceptables. De hecho, constituye un progreso importante, mantener negociaciones a nivel nacional con la Federación de editores.

En Alemania, los traductores -junto con escritores, fotógrafos y otros creadores- acaban de llevar a cabo una campaña para mejorar su estatuto legal, según la ley alemana. Dicha campaña fue respaldada por escritores como Günter Grass y Bernard Schlink, estuvieron asesorados por cinco catedráticos en Derecho, y tuvieron numerosas reuniones con la Ministra de Justicia y el canciller Schröeder.

Hubo muchos artículos en la prensa, mucho debate: la meta era conseguir una ley que apoyara una recompensa justa para los esfuerzos de los creadores y una defensa de sus derechos. A pesar de un derroche publicitario feroz por parte de las editoriales, los autores y artistas ganaron el principio legal de la recompensa justa que supone, por ejemplo, que si un libro tiene mucho éxito de ventas, el escritor y el traductor recibirán más dinero del que previamente habían recibido. En una jugada de gran imaginación, los traductores llenaron un barco de traducciones firmadas con detalles acerca de las horas que se emplearon en la traducción y del pago recibido, y destinadas a los diputados que representaban a estos traductores; el barco llegó cerca del Reichstag y ésto dio lugar a una vistosa ceremonia de entrega de libros.

Cuando las asociaciones empiezan a pensar seriamente sus estrategias y a utilizar las ideas poderosas de la justicia y del derecho moral para atraer a su lado a abogados y políticos honestos y democráticos, a veces ganan terreno para la profesión. Ello también supone y exige un alto nivel de profesionalidad y de espíritu de combate dentro de las asociaciones.

Creo que la FIT y su comité de traducción literaria tienen un papel que deberían desempeñar con más vigor, para apoyar estas luchas y esta toma de conciencia en el mundo. Hemos renovado la estructura de sus comités y vamos a renovar las publicaciones, aunque todo funciona a ritmo lentísimo por falta de recursos y por el peso de ciertas tradiciones burocráticas. Hemos de tener en cuenta que llevamos sólo tres años con un secretariado profesional. El organismo en sí refleja la marginalidad de la profesión de hace 10 años y no las mejoras producidas en la última década. El paso importante que debe dar ahora la FIT es convertirse en un instrumento profesional que sepa situarse en las esferas internacionales de negociación de derechos, con tanto éxito como lo hacen algunas asociaciones nacionales en su contexto nacional. Las decisiones importantes se cuecen a nivel internacional, como lo que se refiere a derechos en los nuevos medios, por ejemplo. Con dificultad los traductores entramos en la cocina.

En el campo intelectual hay otros progresos indudables para la traducción literaria. En todas partes asistimos a un desarrollo importante en las universidades del estudio de la traducción y de una práctica profesional de la traducción literaria. Y esto es lo que me interesa porque abre el camino para ver el arte de traducir como tal, como un acto de creación que destruye las barreras entre distintas culturas.

- ¿Tienen curso de posgrado en el BCLT?

En el BCLT tenemos un curso de doctorado en traducción literaria. Los estudiantes pueden preparar el doctorado tradicional - teórico, histórico, lingüístico - o bien presentar una traducción con un comentario crítico, es decir, un modelo de doctorado que procede del campo del "creative writing".

¿Conoce la Argentina?

Visité Argentina y Uruguay por primera vez en 1990 con una beca del Arts Council, para ayudarme a conocer los sitios que habían inspirado a Onetti y como preparación para traducir varias de sus obras. Fue mi primera estancia en América Latina y estuve dos meses entre Buenos Aires, Montevideo y el norte de Argentina, adonde fui a conocer a Hector Tizón. Regresé un año más tarde a Río y a Montevideo para preparar sendos documentales para Canal Cuatro, sobre Eduardo Galeano y Chico Buarque. Luego estuve en Cuba y México para participar en proyectos de traducción, pero no he vuelto a Buenos Aires.

También estuve como profesor visitante en la universidad de San Pablo. Preparé una antología de cuentos cubanos, The Voice of The Turtle, y he traducido obras de Carmen Boullosa e Ignacio Padilla.

- ¿Qué conoce de la traducción en Argentina y en Latinoamérica?

Sé que hay una importante tradición de traducción literaria en Argentina y en América Latina que se remonta a la cultura maya. En los años 60 pasé bastante tiempo en España y leí muchas obras literarias traducidas en Buenos Aires, que se vendían en Barcelona o Madrid en forma semi-clandestina. Durante estos meses voy a escribir un ensayo acerca de las traducciones de la obra de Borges. Además, siempre me ha fascinado el circuito literario que va de Faulkner y compañía a los autores del boom, y de ellos a la narrativa india y caribeña en inglés: un circuito cuyo motor es la traducción. La escritora Alicia Borinski ha sido últimamente mi contacto más reciente con la tradición argentina, tiene una excelente escuela de verano de literatura latino- americana en Boston, donde tiene la cátedra, y me ha invitado a dar varios talleres de traducción.

- ¿Qué mensaje le daría a los traductores argentinos?

Es difícil mandar un mensaje de optimismo a los traductores argentinos en esta etapa tan delicada para el país, sin caer en obviedades. Espero que la situación mejore y que las instituciones internacionales ayuden a ello, sin imponer a la población una férrea disciplina y un programa de austeridad intolerable, pero me parece quizás una esperanza vana, dado el entusiasmo actual de aquéllos por los platos fuertes como la guerra.

Tal vez sería más útil preguntar cómo puede la comunidad internacional de traductores ayudar a sus compañeros en Argentina. ¿Hay algo que los traductores podamos hacer?

Peter Bush concluyó en la Universidad de Oxford, el doctorado en filosofía. Tradujo más de veinte novelas, de autores como Juan Goytisolo, Juan Carlos Onetti, guiones de películas de Pedro Almodóvar y Senel Pas. En 1994, recibió el premio de la Asociación de Traductores Literarios de Estados Unidos, por la traducción del libro del chileno Luis Sepúlveda, "Un viejo que leía novelas de amor" y en 1997, el Instituto Cervantes le otorgó el premio Ramón del Valle Inclán por la traducción de "La Saga de los Marx", del español Juan Goytisolo."
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