Un fragmento de este poema aparece citado al principio del Diccionario Aurélio de Lengua Portuguesa. Me pareció bonito que Neruda escribiera un poema a nuestro (y al suyo, por cierto) instrumento de trabajo, y busqué el resto del poema, que comparto con ustedes.
(En el Aurélio también se cita al autor de un diccionario francés que dice (cito de memoria): Todos los autores aspiran al elogio; nosotros los autores de diccionarios sólo podemos escapar a los reproches. (¡... See more Un fragmento de este poema aparece citado al principio del Diccionario Aurélio de Lengua Portuguesa. Me pareció bonito que Neruda escribiera un poema a nuestro (y al suyo, por cierto) instrumento de trabajo, y busqué el resto del poema, que comparto con ustedes.
(En el Aurélio también se cita al autor de un diccionario francés que dice (cito de memoria): Todos los autores aspiran al elogio; nosotros los autores de diccionarios sólo podemos escapar a los reproches. (¡Pobre gente!))
ODA AL DICCIONARIO
LOMO de buey, pesado cargador, sistemático libro espeso: de joven te ignoré, me vistió la suficiencia y me creí repleto, y orondo como un melancólico sapo dictaminé: \"Recibo las palabras directamente del Sinaí bramante. Reduciré las formas a la alquimia. Soy mago\".
El gran mago callaba.
El Diccionario, viejo y pesado, con su chaquetón de pellejo gastado, se quedó silencioso sin mostrar sus probetas.
Pero un día, después de haberlo usado y desusado, después de declararlo inútil y anacrónico camello, cuando por largos meses, sin protesta, me sirvió de sillón y de almohada, se rebeló y plantándose en mi puerta creció, movió sus hojas y sus nidos, movió la elevación de su follaje: árbol era, natural, generoso manzano, manzanar o manzanero, y las palabras, brillaban en su copa inagotable, opacas o sonoras fecundas en la fronda del lenguaje, cargadas de verdad y de sonido.
Aparto una sola de sus páginas: Caporal Capuchón qué maravilla pronunciar estas sílabas con aire, y más abajo Cápsula hueca, esperando aceite o ambrosía, y junto a ellas Captura Capucete Capuchina Caprario Captatorio palabras que se deslizan como suaves uvas o que a la luz estallan como gérmenes ciegos que esperaron en las bodegas del vocabulario y viven otra vez y dan la vida: una vez más el corazón las quema.
Diccionario, no eres tumba, sepulcro, féretro, túmulo, mausoleo, sino preservación, fuego escondido, plantación de rubíes, perpetuidad viviente de la esencia, granero del idioma. Y es hermoso recoger en tus filas la palabra de estirpe, la severa y olvidada sentencia, hija de España, endurecida como reja de arado, fija en su límite de anticuada herramienta, preservada con su hermosura exacta y su dureza de medalla. O la otra palabra que allí vimos perdida entre renglones y que de pronto se hizo sabrosa y lisa en nuestra boca como una almendra o tierna como un higo.
Diccionario, una mano de tus mil manos, una de tus mil esmeraldas, una sola gota de tus vertientes virginales, un grano de tus magnánimos graneros en el momento justo a mis labios conduce, al hilo de mi pluma, a mi tintero. De tu espesa y sonora profundidad de selva, dame, cuando lo necesite, un solo trino, el lujo de una abeja, un fragmento caído de tu antigua madera perfumada por una eternidad de jazmineros, una sílaba, un temblor, un sonido, una semilla: de tierra soy y con palabras canto.
(De todo se puede hacer poesía, ¿no? ¡Qué maravilla!) ▲ Collapse | |