Translation contest

Ramón Soto has won the English to Spanish translation contest
Thread poster: María Florencia Vita
María Florencia Vita
María Florencia Vita
Local time: 04:23
SITE STAFF
Contest entry #498430 Jan 29, 2007

Dear members,

I am very happy to announce that Ramón Soto has won the English into Spanish section of ProZ.com first translation contest.

A total of 35 translations were received for this language pair. The ones that received at least 2 votes are shown below, including the name of the poster, and the amount of votes and the comments received by each of these entries.

The general resuls were:
Dear members,

I am very happy to announce that Ramón Soto has won the English into Spanish section of ProZ.com first translation contest.

A total of 35 translations were received for this language pair. The ones that received at least 2 votes are shown below, including the name of the poster, and the amount of votes and the comments received by each of these entries.

The general resuls were:
  • 8 votes for the translation submitted by Ramón Soto
  • 6 votes for the translation submitted by Mónica Algazi
  • 4 votes for the translation submitted by Nicholas Ferreira
  • 4 votes for the translation submitted by Maria Julia Macchi
  • 3 votes for the translation submitted by Millan Gonzalez
  • 3 votes for the translation submitted by David Cahill
  • 2 votes for the translation submitted by Pilar Díez
  • 2 votes for the translation submitted by Ilie Oleart
  • 2 votes for the translation submitted by Rosa Enciso
  • 2 votes for the translation submitted by Clare Macnamara
  • 2 votes for the translation submitted by Maria Martinez


    The source text for this contest was:


    When she moved into his tiny house in Stroud, and took charge of his four small children, Mother was thirty and still quite handsome. She had not, I suppose, met anyone like him before. This rather priggish young man, with his devout gentility, his airs and manners, his music and ambitions, his charm, bright talk, and undeniable good looks, overwhelmed her as soon as she saw him. So she fell in love with him immediately, and remained in love for ever. And herself being comely, sensitive, and adoring, she attracted my father also. And so he married her. And so later he left her - with his children and some more of her own.

    When he'd gone, she brought us to the village and waited. She waited for thirty years. I don't think she ever knew what had made him desert her, though the reasons seemed clear enough. She was too honest, too natural for this frightened man; too remote from his tidy laws. She was, after all, a country girl; disordered, hysterical, loving. She was muddled and mischievous as a chimney-jackdaw, she made her nest of rags and jewels, was happy in the sunlight, squawked loudly at danger, pried and was insatiably curious, forgot when to eat or ate all day, and sang when sunsets were red. She lived by the easy laws of the hedgerow, loved the world, and made no plans, had a quick holy eye for natural wonders and couldn't have kept a neat house for her life. What my father wished for was something quite different, something she could never give him - the protective order of an unimpeachable suburbia, which was what he got in the end.

    The three or four years Mother spent with my father she fed on for the rest of her life. Her happiness at that time was something she guarded as though it must ensure his eventual return. She would talk about it almost in awe, not that it had ceased but that it had happened at all.



    And Ramon's winning translation into Spanish was:



    Mi madre tenía treinta años y aún lucía muy bien cuando se mudó a la casita de mi padre en Stroud y se hizo cargo de sus cuatro hijos pequeños. Me imagino que nunca antes había conocido a nadie igual. Aquel joven tan estirado, con su extrema urbanidad, sus aires y buenos modales, su música y sus ambiciones, su encanto, facilidad de palabra e indiscutible buena apariencia, le causó una impresión arrolladora desde el momento en que lo vio. Así pues, se enamoró de él en el acto y quedó enamorada para siempre. Ella misma era graciosa, sensible y adoradora, de modo que mi padre también la encontró atractiva. Y se casó con ella. Y más adelante la abandonó, con varios hijos: los de él y unos cuantos de ella.

    Al marcharse mi padre, Mamá nos trajo al pueblo y se dio a esperar. La espera fue de treinta años. No creo que mi madre haya sabido nunca qué lo hizo abandonarla, aunque al parecer los motivos estaban bien claros. Era demasiado honrada y natural para aquel hombre medroso; demasiado distante de sus ordenados preceptos. Después de todo, era una chica de campo; desordenada, histérica, amorosa. Era atolondrada y traviesa como una corneja, con su nido hecho de trapos y joyas; se sentía feliz al sol, profería fuertes graznidos ante el peligro, fisgoneaba con insaciable curiosidad, se olvidaba de comer o pasaba el día entero comiendo, y cantaba al ver el rojo de las puestas de sol. Regía su vida por los fáciles dictados del entorno, amaba al mundo y no hacía planes, tenía un ojo avispado para los prodigios de la naturaleza y no habría podido mantener su casa limpia y ordenada aunque en ello le fuera la vida. Lo que mi padre deseaba era algo muy distinto, algo que ella nunca pudo darle: la protección y el orden de un hogar intachable en las afueras. Eso fue lo que obtuvo al final.

    Los tres o cuatro años que mi madre pasó con mi padre le sirvieron de sustento espiritual por el resto de su vida. Atesoraba la felicidad que experimentó en ese período como si esto le garantizara que él volvería a la postre. Hablaba de esa felicidad casi con reverencia, no por haberla perdido, sino por haber tenido al menos la oportunidad de sentirla.




    Please find the guidelines and general information for the contest here.

    Thank to all participants for devoting your time, effort and passion on this first ProZ.com's translation contest

    Regards,
    Florencia ▲ Collapse


 
Contest entry #500128
Contest entry #500128 Jan 31, 2007

Mamá tenía treinta años y una apariencia todavía muy hermosa cuando se trasladó a la casita que él tenía en Stroud y asumió el cuidado de sus cuatro niñitos. Nunca había conocido a uno parecido, me imagino. Desde el primer instante, le abrumó este joven algo mojigato, de gentileza devota, con sus aires refinados, su afición musical, sus aspiraciones, su encanto, su elocuencia y atractivo innegable. De inmediato se enamoró de él, y enamorada para siempre quedó. Ella, hermosa, d... See more
Mamá tenía treinta años y una apariencia todavía muy hermosa cuando se trasladó a la casita que él tenía en Stroud y asumió el cuidado de sus cuatro niñitos. Nunca había conocido a uno parecido, me imagino. Desde el primer instante, le abrumó este joven algo mojigato, de gentileza devota, con sus aires refinados, su afición musical, sus aspiraciones, su encanto, su elocuencia y atractivo innegable. De inmediato se enamoró de él, y enamorada para siempre quedó. Ella, hermosa, delicada y amante, también atrajo a mi padre. Así que se casó con ella. Y así después la dejó - con sus hijos de antes más los que tuvo con ella.

Cuando se marchó, ella nos llevó al pueblo y se puso a esperar. Treinta años de espera. Creo que nunca llegó a saber las causas de su deserción, por más claras que fueran. Su honestidad y naturalidad eran demasiado para este timorato, y no encajaban con su propio sistema de reglas. Después de todo, ella era de pueblo, desordenada, histérica, amante. Se parecía a una grajilla, confusa y traviesa. De trapos y de joyas forraba su nido. Se regocijaba en el sol, dando graznidos en peligro, siempre indagando con curiosidad insaciable. O se olvidaba de comer, o comía sin parar. Y a la puesta del sol colorado se ponía a cantar. Sus reglas de vida eran sencillas y primitivas. Amaba el mundo, y no tenía grandes planes. Fácilmente captaba las maravillas de la naturaleza, y no sabía cuidar la casa para nada. Lo que deseaba mi padre era algo completamente diverso, algo que ella nunca podría dar -- el orden protegido de un aburguesamiento intachable, lo que al final consiguió.

Los tres o cuatro años que Mamá pasó con mi padre le alimentaron durante el resto de su vida. Resguardaba su felicidad de aquella época como si garantizara su regreso futuro. Al referirse a aquella temporada, se conmovía no porque había terminado, sino porque alguna vez había acontecido.



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  • Beautiful !! A true writer.
  • I like this translation. You have my vote.

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Contest entry #501962
Contest entry #501962 Feb 3, 2007

Cuando se fue a vivir a la minúscula casa que él tenía en Stroud y se hizo cargo de sus niños pequeños, Madre tenía treinta años y conservaba aún gran parte de su atractivo. Me imagino que nunca había conocido a nadie como él hasta entonces. Aquel joven más bien mojigato, con su refinamiento devoto, sus aires y sus maneras, su música y sus ambiciones, su encanto, su brillante palabrería y su innegablemente magnífico aspecto, la abrumó tan pronto como le vio por vez primera. De mod... See more
Cuando se fue a vivir a la minúscula casa que él tenía en Stroud y se hizo cargo de sus niños pequeños, Madre tenía treinta años y conservaba aún gran parte de su atractivo. Me imagino que nunca había conocido a nadie como él hasta entonces. Aquel joven más bien mojigato, con su refinamiento devoto, sus aires y sus maneras, su música y sus ambiciones, su encanto, su brillante palabrería y su innegablemente magnífico aspecto, la abrumó tan pronto como le vio por vez primera. De modo que se enamoró de él inmediatamente y de él siguió enamorada toda la vida. Y ella misma, al ser hermosa, sensible y abnegada, también cautivó a mi padre. Así que se casó con ella. Y con las mismas la abandonó más tarde… con los hijos de él y algunos más de su propia cosecha.

Cuando él se fue, Madre nos llevó al pueblo y se puso a esperar. Lo esperó durante treinta años. No creo que entendiera nunca lo que le movió a huir de ella, a pesar de que las razones parecían más que evidentes. Era demasiado honesta, demasiado natural para aquel hombre asustadizo; vivía demasiado lejos de sus pulcras leyes. Después de todo, era una chica de pueblo; caótica, histérica, cariñosa. Era atropellada y traviesa como las grajillas que rondan las chimeneas, hizo su nido de harapos y joyas, era feliz a la luz del día, graznaba ensordecedora ante el peligro, husmeaba por doquier y era insaciablemente curiosa, tan pronto se olvidaba de comer como se pasaba el día comiendo, y cantaba cuando los atardeceres se teñían de rojo. Su vida se regía por las sencillas leyes del seto, amaba al mundo y no hacía planes, tenía una intuición casi sobrenatural para las maravillas de la naturaleza y, sin embargo, jamás en su vida habría sido capaz de mantener una casa en orden. Lo que mi padre anhelaba era algo completamente diferente, algo que ella nunca podría darle: el orden protector de las impecables zonas residenciales, que fue precisamente lo que consiguió al final.

Durante toda su vida, Madre alimentó su espíritu de los tres o cuatro años que pasó con mi padre. Su felicidad de aquella época era algo que guardaba como oro en paño, como si eso le asegurara que algún día regresaría. Lo contemplaba casi sobrecogida, ya no de que se hubiera terminado, sino de que hubiera siquiera ocurrido.



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  • I just loved reading this translation! Congratulations and good luck!

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Contest entry #504320
Contest entry #504320 Feb 6, 2007

Cuando se mudó a su diminuta casa de Stroud, y se hizo cargo de sus cuatro hijos pequeños, Madre tenía treinta años y era todavía bastante atractiva. Nunca antes, supongo, había conocido a alguien como él. Este hombre joven, bastante puritano, , su ferviente refinamiento, sus aires y su porte, su música y sus ambiciones, su encanto, su brillante conversación, y su indiscutible buena presencia, pudieron con ella en cuanto lo vio. Así que se enamoró de él enseguida, y enamorada sigui... See more
Cuando se mudó a su diminuta casa de Stroud, y se hizo cargo de sus cuatro hijos pequeños, Madre tenía treinta años y era todavía bastante atractiva. Nunca antes, supongo, había conocido a alguien como él. Este hombre joven, bastante puritano, , su ferviente refinamiento, sus aires y su porte, su música y sus ambiciones, su encanto, su brillante conversación, y su indiscutible buena presencia, pudieron con ella en cuanto lo vio. Así que se enamoró de él enseguida, y enamorada siguió siempre. Y siendo ella misma encantadora, sensible y adorable, también mi padre se sintió atraído. De esta forma, se casó con ella. Y así, luego él la abandonó, con sus hijos y algunos más de ella.

Cuando él se hubo marchado, ella nos trajo al pueblo y esperó. Esperó durante treinta años. Creo que nunca supo lo que había hecho que él la abandonara, aunque las razones parecían estar suficientemente claras. Ella era demasiado honesta, demasiado natural para este hombre asustado, demasiado alejada de sus ordenados convencionalismos. Era, después de todo, una chica de campo; desordenada, histérica, cariñosa. Era confusa y pícara como un grajo de chimenea, construía su nido con harapos y joyas, era feliz a la luz del sol, graznaba a voz en grito ante el peligro, husmeaba y mostraba una curiosidad insaciable, se olvidaba de comer o pasaba todo el día comiendo, y cantaba cuando los atardeceres eran rojos. Vivía al límite de las reglas, amaba el mundo y no hacía planes, tenía buen ojo para las maravillas de la naturaleza y no podría haber mantenido una casa ordenada ni aunque le fuera la vida. Lo que mi padre deseaba era algo totalmente diferente, algo que ella nunca pudo darle, - el orden protector de las afueras residenciales libres de sospecha, que fue lo que consiguió al final.

Los tres o cuatro años que Madre pasó con mi padre le alimentaron para el resto de su vida. La felicidad de esa época era algo que atesoraba como si eso fuera a asegurar su eventual retorno. Hablaba de ello casi con sobrecogimiento, no porque ya no existiera, si no por el mero hecho de que hubiera ocurrido alguna vez.


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  • As the original in: tone, rithm, wording and character's depiction

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Contest entry #504720
Contest entry #504720 Feb 7, 2007

Cuando ella se trasladó a su diminuta casa en Stroud, y se hizo cargo de los cuatro niños de él, madre tenía treinta años, y todavía era bastante guapa. Imagino que nunca antes se había encontrado con alguien como él. Desde el primer momento en que lo vio, se sintió abrumada por ese joven más bien mojigato, salido de la alta burguesía beata, con sus aires y maneras, su música y sus ambiciones, su encanto, su brillante conversación, y su innegable buen aspecto. Así que ella se enamo... See more
Cuando ella se trasladó a su diminuta casa en Stroud, y se hizo cargo de los cuatro niños de él, madre tenía treinta años, y todavía era bastante guapa. Imagino que nunca antes se había encontrado con alguien como él. Desde el primer momento en que lo vio, se sintió abrumada por ese joven más bien mojigato, salido de la alta burguesía beata, con sus aires y maneras, su música y sus ambiciones, su encanto, su brillante conversación, y su innegable buen aspecto. Así que ella se enamoró de él de inmediato, y lo estuvo para siempre. Y siendo ella atractiva, sensible y adorable como era, también atrajo a mi padre. Así que él la desposó. Y más tarde la dejaría, con los niños de él, y algunos otros más de los dos.

Cuando él se hubo ido, ella nos trajo al pueblo y esperó. Durante treinta años estuvo esperando. No creo que ella supiera nunca qué fue lo que provocó que él la abandonara, aunque las razones parecían bastante claras. Ella era demasiado honesta, demasiado natural para ese hombre miedoso. Demasiado alejada de sus ordenadas leyes. Después de todo, ella era una chica de pueblo. Desordenada, histérica, cariñosa. Revoltosa y traviesa como una urraca, hizo su nido de trapos y joyas, era feliz a la luz del día, graznaba con fuerza ante el peligro, fisgoneaba y era insaciablemente curiosa, olvidaba comer o lo hacía sin parar durante todo el día, y cantaba ante la visión de un atardecer rojizo. Vivió siguiendo las sencillas leyes de la naturaleza, amó el mundo, y no hizo planes, tuvo un rápido ojo sagrado para las maravillas naturales, y no podría haber mantenido una casa ordenada para su vida. Lo que mi padre deseaba era algo bastante diferente, algo que ella nunca le podría haber dado, el orden protector de un barrio residencial irreprochable, que es lo que al final consiguió.

Los tres o cuatro años que madre pasó con mi padre fueron su alimento durante el resto de su vida. Su felicidad en ese tiempo fue algo que ella guardó como si de ello dependiera su posible regreso. Ella hablaría de ello casi con reverencia, no porque hubiera acabado, sino porque hubiera llegado a ocurrir.



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  • I enjoyed several versions of the text, but this is my favourite.
  • I think this version is the one that flows better in Spanish and contains no mistakes.

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Contest entry #505620
Contest entry #505620 Feb 8, 2007

Cuando mi madre se trasladó a la pequeña casa de Stroud y se hizo cargo de los tres niños pequeños de él, era todavía bastante atractiva, a pesar de haber cumplido ya los treinta. Supongo que nunca había conocido a nadie como él. Ese joven algo puritano, con sus buenos modales y su apariencia, su música y sus ambiciones, su encanto, su conversación brillante e innegable atractivo, le causó, nada más verlo, una profunda impresión. Se enamoró de él en el acto, de un amor que durarí... See more
Cuando mi madre se trasladó a la pequeña casa de Stroud y se hizo cargo de los tres niños pequeños de él, era todavía bastante atractiva, a pesar de haber cumplido ya los treinta. Supongo que nunca había conocido a nadie como él. Ese joven algo puritano, con sus buenos modales y su apariencia, su música y sus ambiciones, su encanto, su conversación brillante e innegable atractivo, le causó, nada más verlo, una profunda impresión. Se enamoró de él en el acto, de un amor que duraría toda la vida. Y ella, bonita, sensible y cariñosa, también sedujo a mi padre. De modo que se casó con ella y de modo que la abandonaría más tarde, dejándola a cargo de los hijos de él y los de ambos.

Cuando él se fue, ella nos llevó al pueblo y se dedicó a esperar. Esperaría durante treinta años. Creo que nunca supo exactamente por qué él la había abandonado, por muy evidentes que fuesen las razones. Era demasiado sincera, demasiado natural para aquel hombre temeroso. Distaba demasiado de su natural metódico. Ella era, al fin y al cabo, una chica de campo, desordenada, histérica y afectuosa. Atolondrada y traviesa como una grajilla, hacía su nido con trapos y joyas, era alegre bajo el sol, chillaba ante el peligro, era entrometida y de una curiosidad insaciable, se olvidaba de comer o se pasaba el día comiendo, y cantaba en los atardeceres rojos. Ella se guiaba por las leyes sencillas del campo, amaba el mundo, no hacía planes, se extasiaba ante las maravillas de la naturaleza y no era capaz de mantener un hogar impecable. Lo que mi padre necesitaba era algo completamente distinto, algo que ella nunca pudo darle: el orden protector de un respetable barrio residencial, cosa que al final consiguió.

Los tres o cuatro años que mi madre pasó con mi padre la colmarían para toda la vida. Guardaba como un tesoro esa felicidad perdida, como si de esa forma tal vez pudiese hacerle regresar. Cuando hablaba de aquello, lo hacía casi con veneración, no quejándose de que hubiese acabado sino admirándose de que le hubiese sucedido a ella


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  • Salvo por un pequeño error aritmético (4 hijos), me gusta mucho la fluidez del texto.Congrats

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Contest entry #506208
Contest entry #506208 Feb 8, 2007

Cuando se fue a vivir a la diminuta casa que él tenía en Stroud y pasó a hacerse cargo de sus cuatro hijos pequeños, Mamá era una mujer de treinta años, aún atractiva. Supongo que nunca antes había conocido a alguien como él. La cautivaron el aire y los modales, la música, el afán de triunfar, la conversación brillante de ese hombre joven recatado, innegablemente apuesto. Y así fue que se enamoró de él desde el primer momento, y siguió así para siempre. Mi padre, por su parte, t... See more
Cuando se fue a vivir a la diminuta casa que él tenía en Stroud y pasó a hacerse cargo de sus cuatro hijos pequeños, Mamá era una mujer de treinta años, aún atractiva. Supongo que nunca antes había conocido a alguien como él. La cautivaron el aire y los modales, la música, el afán de triunfar, la conversación brillante de ese hombre joven recatado, innegablemente apuesto. Y así fue que se enamoró de él desde el primer momento, y siguió así para siempre. Mi padre, por su parte, también se sintió atraído por la belleza, sensibilidad y encanto de esa mujer, y entonces se casaron, y al tiempo la abandonó, dejándola con sus cuatro hijos y otros más que había tenido con ella.

Una vez que mi padre hubo partido, Mamá nos trajo a vivir al pueblo y se puso a esperar. Esperó treinta años. Dudo que alguna vez haya llegado a entender por qué la había abandonado, aunque las razones parecían más que claras. Ella era demasiado íntegra, demasiado natural para ese hombre lleno de inseguridades; demasiado ajena a sus rígidos patrones de orden. A fin de cuentas, mi madre no era más que una joven campesina; bohemia, cariñosa, con arranques de locura. Era traviesa y desordenada como una grajilla de chimenea. Armaba su nido con trapos y piedras preciosas; resplandecía de alegría a la luz del sol; estallaba en graznidos ante el menor atisbo de peligro; siempre estaba alerta a lo que ocurría a su alrededor, y tenía una curiosidad sin límites; se olvidaba de comer, o bien se pasaba comiendo todo el día, y cantaba cuando se incendiaba el cielo al atardecer. Se regía por las leyes de los árboles silvestres; amaba el mundo sin hacer planes, captaba al instante los milagros de la naturaleza, y por nada del mundo habría sido capaz de mantener una casa prolija. Mi padre aspiraba a algo muy distinto, algo que ella jamás podría haberle dado: el orden protector de un impecable barrio residencial de las afueras de la ciudad, que fue lo que en definitiva consiguió.

Mamá atesoró durante toda su vida los tres o cuatro años que había pasado con mi padre. Mantenía encendida en su corazón la llama de la felicidad que había vivido junto a él, como si ello le asegurara que algún día iba a volver. Hablaba de esos años con una suerte de devoción, no ya porque fueran cosa del pasado, sino por el sobrecogimiento que le producía el recuerdo de ese destello de felicidad casi irreal que alguna vez había iluminado su vida.



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  • Tu traduccion es la mejor. Lo unico que yo hubiese escrito: Cuando el se fue (2do. parrafo).

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Contest entry #507788
Contest entry #507788 Feb 11, 2007

Mi madre tenía treinta años y aún lucía muy bien cuando se mudó a la casita de mi padre en Stroud y se hizo cargo de sus cuatro hijos pequeños. Me imagino que nunca antes había conocido a nadie igual. Aquel joven tan estirado, con su extrema urbanidad, sus aires y buenos modales, su música y sus ambiciones, su encanto, facilidad de palabra e indiscutible buena apariencia, le causó una impresión arrolladora desde el momento en que lo vio. Así pues, se enamoró de él en el acto y qued�... See more
Mi madre tenía treinta años y aún lucía muy bien cuando se mudó a la casita de mi padre en Stroud y se hizo cargo de sus cuatro hijos pequeños. Me imagino que nunca antes había conocido a nadie igual. Aquel joven tan estirado, con su extrema urbanidad, sus aires y buenos modales, su música y sus ambiciones, su encanto, facilidad de palabra e indiscutible buena apariencia, le causó una impresión arrolladora desde el momento en que lo vio. Así pues, se enamoró de él en el acto y quedó enamorada para siempre. Ella misma era graciosa, sensible y adoradora, de modo que mi padre también la encontró atractiva. Y se casó con ella. Y más adelante la abandonó, con varios hijos: los de él y unos cuantos de ella.

Al marcharse mi padre, Mamá nos trajo al pueblo y se dio a esperar. La espera fue de treinta años. No creo que mi madre haya sabido nunca qué lo hizo abandonarla, aunque al parecer los motivos estaban bien claros. Era demasiado honrada y natural para aquel hombre medroso; demasiado distante de sus ordenados preceptos. Después de todo, era una chica de campo; desordenada, histérica, amorosa. Era atolondrada y traviesa como una corneja, con su nido hecho de trapos y joyas; se sentía feliz al sol, profería fuertes graznidos ante el peligro, fisgoneaba con insaciable curiosidad, se olvidaba de comer o pasaba el día entero comiendo, y cantaba al ver el rojo de las puestas de sol. Regía su vida por los fáciles dictados del entorno, amaba al mundo y no hacía planes, tenía un ojo avispado para los prodigios de la naturaleza y no habría podido mantener su casa limpia y ordenada aunque en ello le fuera la vida. Lo que mi padre deseaba era algo muy distinto, algo que ella nunca pudo darle: la protección y el orden de un hogar intachable en las afueras. Eso fue lo que obtuvo al final.

Los tres o cuatro años que mi madre pasó con mi padre le sirvieron de sustento espiritual por el resto de su vida. Atesoraba la felicidad que experimentó en ese período como si esto le garantizara que él volvería a la postre. Hablaba de esa felicidad casi con reverencia, no por haberla perdido, sino por haber tenido al menos la oportunidad de sentirla.



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  • Presenta un estilo diferente, no tan calcado al inicio, como el resto.

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Contest entry #507852
Contest entry #507852 Feb 11, 2007

Cuando se mudó a su diminuta casa en Stroud y se hizo cargo de los cuatro hijos pequeños de él, mi madre tenía treinta años y era todavía bastante atractiva. Supongo que ella no había conocido antes a nadie como él. Este hombre joven y bastante presumido, con su amabilidad, su aire afectado, su música y ambiciones, su encanto, animada conversación e innegable buena apariencia, la cautivó en cuanto lo vio. Se enamoró de él de inmediato y para siempre. Y como ella era bonita, sensible... See more
Cuando se mudó a su diminuta casa en Stroud y se hizo cargo de los cuatro hijos pequeños de él, mi madre tenía treinta años y era todavía bastante atractiva. Supongo que ella no había conocido antes a nadie como él. Este hombre joven y bastante presumido, con su amabilidad, su aire afectado, su música y ambiciones, su encanto, animada conversación e innegable buena apariencia, la cautivó en cuanto lo vio. Se enamoró de él de inmediato y para siempre. Y como ella era bonita, sensible y afectuosa, mi padre se sintió muy atraído también. De modo que se casó con ella y más tarde la abandonó, así como a sus hijos y a los hijos que ambos tuvieron.

Luego de su partida, mi madre nos trajo al pueblo y esperó. Treinta años esperó. Creo que ella nunca llegó a saber el porqué de su abandono aunque las razones parecieran obvias. Era demasiado sincera, demasiado espontánea y directa para un timorato como él, cuya vida era gobernada por costumbres tan ordenadas y tan alejadas de su propia realidad. Al fin y al cabo era una campesina, despistada, nerviosa y cariñosa. Tan aturdida y pícara como una urraca en el tejado, se conformaba con lo que tenía, fuera poco o mucho, disfrutaba del sol, profería fuertes chillidos ante el peligro, fisgoneaba y mostraba una curiosidad infinita, se olvidaba de comer o comía el día entero y cantaba mientras los atardeceres se tornaban rojos. Su vida se regía por las sencillas normas del buen vecino, amaba el mundo prescindiendo de los planes. Captaba rápidamente las maravillas naturales y jamás en la vida logró mantener su casa limpia. Mi padre deseaba algo muy distinto, algo que ella nunca podría haberle dado- el seguro respaldo que un tranquilo barrio suburbano puede brindar y que fue lo que finalmente él consiguió.

Los tres o cuatro años pasados con mi padre fueron el sustento para el resto de su vida. Guardó el recuerdo de la felicidad que ella sintió en aquel tiempo, como si fuera un talismán que en forma mágica le asegurara su posible regreso. Hablaba de ello, sumida en el asombro, no porque esa etapa feliz hubiese terminado, sino precisamente por haberla vivido.




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  • Felicitaciones. Me parece una traducción buena.

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Contest entry #507948
Contest entry #507948 Feb 11, 2007

Cuando se instaló en la diminuta casa de su marido en Stroud y se hizo cargo de sus cuatro hijos pequeños, mi madre tenía treinta años y era bastante hermosa todavía. Me imagino que nunca había conocido a nadie como él. Aquel joven, más bien mojigato, con su ferviente elegancia, sus aires y modales, su música y ambiciones, su encanto, su brillante conversación y su belleza innegable, la sobrecogió nada más verlo. Así que se enamoró de él enseguida y nunca dejó de amarlo. Y, siend... See more
Cuando se instaló en la diminuta casa de su marido en Stroud y se hizo cargo de sus cuatro hijos pequeños, mi madre tenía treinta años y era bastante hermosa todavía. Me imagino que nunca había conocido a nadie como él. Aquel joven, más bien mojigato, con su ferviente elegancia, sus aires y modales, su música y ambiciones, su encanto, su brillante conversación y su belleza innegable, la sobrecogió nada más verlo. Así que se enamoró de él enseguida y nunca dejó de amarlo. Y, siendo ella como era, linda, sensible y cariñosa, también mi padre se sintió atraído, de manera que se casó con ella, para más tarde dejarla – con sus propios hijos y los que después tuvo ella.

Cuando él se hubo marchado, ella nos trajo a la aldea y esperó. Esperó durante treinta años. No creo que supiera nunca lo que le había llevado a abandonarla, aunque las razones parecían bastante claras. Era demasiado sincera, demasiado natural para aquel hombre asustado; demasiado alejada de sus nítidas leyes. Ella no era, al fin y al cabo, más que una campesina; desordenada, histérica, cariñosa. Era caótica y traviesa como una grajilla de las que anidan en las chimeneas: hacía su nido de trapos y joyas; era feliz a la luz del sol; graznaba fuertemente ante el peligro; fisgoneaba todo con una curiosidad insaciable; tan pronto se le olvidaba comer como no paraba de comer en todo el día, y cantaba con los atardeceres rojos. Se guiaba por las leyes sencillas del campo, amaba el mundo y nunca planeaba nada; contemplaba las maravillas de la naturaleza con un ojo agudo y reverente, y no habría podido mantener la casa ordenada ni aunque de ello dependiera su vida. Lo que mi padre anhelaba era algo muy diferente, algo que ella no conseguiría darle nunca: la seguridad del orden de una residencia impecable, que es lo que finalmente consiguió.

Los tres o cuatro años que mi madre pasó con mi padre la alimentaron para el resto de su vida. La felicidad que vivió en aquella época fue algo que guardó como si fuese una garantía de que al final él volvería. Hablaba de ello casi extrañada, no de que hubiera terminado, sino de que hubiera sucedido de verdad.



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  • Beautiful, definitely the best.

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Contest entry #508124
Contest entry #508124 Feb 11, 2007

Cuando se mudó a vivir con él a su pequeña casa en Stroud, haciéndose cargo de sus cuatro hijos pequeños, Madre tenía treinta años y aún era bastante atractiva. Supongo que nunca antes había conocido a un hombre como él. Desde el primer momento en que le vio, fue cautivada por ese joven tan altivo, tan sumamente educado, con sus aires y maneras, su música y sus ambiciones, su encanto, su brillante conversación e innegable belleza. Ella se enamoró de inmediato, y así permaneció el ... See more
Cuando se mudó a vivir con él a su pequeña casa en Stroud, haciéndose cargo de sus cuatro hijos pequeños, Madre tenía treinta años y aún era bastante atractiva. Supongo que nunca antes había conocido a un hombre como él. Desde el primer momento en que le vio, fue cautivada por ese joven tan altivo, tan sumamente educado, con sus aires y maneras, su música y sus ambiciones, su encanto, su brillante conversación e innegable belleza. Ella se enamoró de inmediato, y así permaneció el resto de su vida. Y como era hermosa, sensible y afectuosa, mi padre también se sintió atraído y se casó con ella. Al poco tiempo la abandonó – con sus hijos y alguno más fruto del matrimonio.

Cuando él se fue, mi madre nos trajo al pueblo y esperó. Esperó durante treinta años. Creo que nunca supo por qué la había abandonado, aunque los motivos parecían bastante obvios. Ella era demasiado honesta, demasiado natural para este hombre asustado; demasiado alejada de su vida disciplinada. Después de todo, era una chica de pueblo; desordenada, histérica, cariñosa, revoltosa y traviesa como un chorlito. Adornaba su nido de trapos y joyas, era feliz a la luz del sol, chirriaba escandalosamente ante el peligro, fisgaba y curioseaba todo, se le olvidaba comer o se pasaba el día comiendo y cantaba contemplando el cielo rojizo del atardecer. Vivía la vida con desparpajo y desahogo, amaba al mundo y nunca hacía planes; tenía un ojo clínico para las maravillas de la naturaleza, pero era totalmente incapaz de mantener una casa ordenada. Lo que buscaba mi padre era algo bastante diferente – algo que ella nunca le podría dar, una vida perfectamente ordenada en el refugio de los suburbios, que fue lo que al final consiguió.

Los tres o cuatro años que vivió con mi padre fueron el sustento para el resto de sus días. Su felicidad durante aquella época le permitía a mi madre albergar la esperanza de su regreso. Hablaba de ello casi con asombro – no porque se hubiera terminado sino por el mero hecho de que hubiera sucedido.


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Contest entry #508134
Contest entry #508134 Feb 11, 2007

Cuando se mudó con él, a su diminuta casa en Stroud y se hizo cargo de sus cuatro hijos pequeños, Madre tenía 30 años y aún era muy guapa. Supongo que no había conocido a alguien así en toda su vida. Este joven, algo pedante, con su devota gentileza, sus aires y modales, su música y sus ambiciones, su encanto, su brillante conversación y su indiscutible belleza, la impactó desde el primer día. Y así fue como se enamoró de él inmediatamente y siguió enamorada para siempre. Y ella,... See more
Cuando se mudó con él, a su diminuta casa en Stroud y se hizo cargo de sus cuatro hijos pequeños, Madre tenía 30 años y aún era muy guapa. Supongo que no había conocido a alguien así en toda su vida. Este joven, algo pedante, con su devota gentileza, sus aires y modales, su música y sus ambiciones, su encanto, su brillante conversación y su indiscutible belleza, la impactó desde el primer día. Y así fue como se enamoró de él inmediatamente y siguió enamorada para siempre. Y ella, tan bella, sensible y adorable, conquistó a mi padre también. Y entonces, se casó con ella. Y, al cabo de un tiempo, la abandonó…con sus hijos más los hijos que habían tenido juntos.

Cuando se fue, ella nos llevó al pueblo y esperó. Esperó durante treinta años. Creo que nunca llegó a saber por qué la había abandonado, aunque los motivos eran bastante obvios. Era demasiado honesta, demasiado natural para este hombre asustadizo; demasiado ajena a sus reglas esquemáticas. Ella era, después de todo, una simple campesina; desordenada, histérica, amorosa. Era traviesa y pícara como una corneja sobre la chimenea, su nido era una mezcla de harapos y joyas, era feliz bajo el sol, chillaba ante el peligro, le gustaba espiar y era insaciablemente curiosa, se olvidaba de comer o comía todo el día, y cantaba cuando los atardeceres se tornaban bermejos. Vivía según las simples leyes del seto vivo, amaba el mundo y no hacía planes, tenía el don de captar rápidamente las maravillas de la naturaleza y no podría haber tenido una casa ordenada en su vida. Lo que mi padre deseaba era algo totalmente diferente, algo que ella jamás podría darle: el orden protector de un barrio intachable en los suburbios, que fue lo que finalmente consiguió.

Los tres o cuatro años que Madre pasó con mi padre la nutrieron para el resto de su vida. Su felicidad en aquella época era algo a lo que se aferraba como si le garantizara su eventual retorno. Solía hablar de ello casi embelesada, no como si hubieran terminado sino más bien como si nada hubiera sucedido.



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  • Natural and beautiful.

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