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English to Spanish: Archpastoral letter General field: Other Detailed field: Religion
Source text - English ARCHPASTORAL LETTER FOR THE FEAST OF PENTECOST 2012
June 3, 2012
Beloved in the Lord:
Glory to Jesus Christ!
Like the changing of the seasons, our liturgical calendar of feast days of the Church follows an orderly progression, each one leading on to the next. Not long ago we celebrated the Passion and Resurrection of Our Lord God and Savior Jesus Christ and then His Ascension into Heaven. Today we have reached the final grace – the actual fulfillment of the Lord’s promise: the Descent of the Holy Spirit and the Birth of the Holy Church!
Indeed Pentecost is a great feast for us. Great beyond all description are the gifts which God gives to us in His love on this day. Let us then rejoice together and be glad as we give glory to our Lord for the fulfillment of His promise. We read in the Gospel of John that He said, “I will not leave you as orphans … if I go away, I will send you another Comforter.” Who cannot see His boundless love and care for us, His children? Yes, He ascended into Heaven to sit on His royal throne at the right hand of the Father … but on this day, He has given to us the Holy Spirit and through Him sends us innumerable heavenly graces.
Saint John Chrysostom helps us to understand this ever more clearly when he writes in his commentary:
Indeed, which of the graces necessary for our salvation is not given us through the Holy Spirit? Through the Holy Spirit we are freed from slavery and called to liberty; we are raised to the status of sons and daughters; we are in a sense recreated and we lay down the heavy and foul burden of our sins. Through the Holy Spirit we are given priests and teachers; from the same source come revelations and the gift of healing; and all the other adornments of the Church have their origin in Him.
The golden-mouthed orator reminds us of the words of the “saint he loved the most” the blessed Paul: “It is one and the same Spirit who does all this … He divides His gifts among us as He wills” (I Cor. 12:11). Great indeed is the power of the Holy Spirit, promised to us by Christ and fulfilled on Pentecost. Again, in the words of St. John Chrysostom:
Through the Holy Spirit we have obtained the remission of our sins and we have washed away all defilement. By this gift, we who have had recourse to grace have been changed from human beings into angels. I do not mean that our nature has been changed, but something much more wonderful: while remaining human, we live the way the angels do.
Having received the gift of the Holy Spirit, granted to the Apostles on that first Pentecost, and given to us at our Chrismation, let us re-affirm our faith in the Triune God and express it ever more perfectly daily in His Holy Orthodox Church. Let us fulfill our destiny, growing ever closer to Christ, living more and more like the Saints, becoming more and more like God – true sons and daughters of the Father, through the grace of the Holy Spirit. Truly He is the promise of Christ fulfilled for us on this day.
With my prayers, my blessing and my love,
Translation - Spanish ENCÍCLICA ARCHIPASTORAL POR MOTIVO DE LA FIESTA DEL PENTECOSTÉS DE 2012
3 de juño de 2012
Caros en el Señor:
¡Gloria a Jesucristo!
Tal como la alteración de las temporadas, así nuestro calendario litúrgico de las fiestas de la Iglesia sigue una progresión ordenada, cada una conduciendo a la próxima. No hace mucho celebramos la Pasión y Resurrección de Nuestro Señor Dios y Salvador Jesucristo y luego su Ascensión en el Cielo. Hoy ya alcanzamos la gracia final –el mismo cumplimiento de la promesa del Señor: ¡el Descenso del Espíritu Santo y el Nacimiento de la Santa Iglesia!–
En verdad el Pentecostés es una gran fiesta para nosotros. Grandes más allá de toda descripción son los dones que Dios nos da a nosotros en su amor en el día de hoy. Regocijémonos juntos pues y alegrémonos mientras le damos la gloria a nuestro Señor por la realización de su promesa. Leemos en el Evangelio de Juan que él dijo: “No les dejaré como huérfanos…si me voy, les enviaré otro Consolador”. ¿Quién no logra ver su amor y esmero ilimitados por nosotros sus hijos? Sí, ascendió en el Cielo para sentarse en su trono real a la diestra del Padre…mas en este día, Él nos dio el Espíritu Santo y a través de Él nos envía gracias celestiales innumerables.
San Juan Crisóstomo nos ayuda a entender esto cada vez más claramente cuando escribe su comentario:
En verdad, ¿cuál de las gracias necesarias para nuestra salvación no se nos da por el Espíritu Santo? Por el Espíritu Santo se nos libra de la esclavitud y se nos llama a la libertad; se nos levanta al estado de hijos e hijas; en un sentido se nos recrea y deponemos la carga sucia de nuestros pecados. Por el Espíritu Santo se nos da sacerdotes y maestros; de la misma fuente vienen las revelaciones y el don de la sanación; y todos os demás adornos de la Iglesia tienen su origen en Él.
El orador de boca de oro nos recuerda de las palabras del “santo que él más amó”, el bienaventurado Pablo: “Es el mismísimo Espíritu que realiza todo esto…divide sus dones entre nosotros según su disposición” (I Cor. 12,11). Grande en verdad es el poder del Espíritu Santo, prometídonos por Cristo y cumplido en el Pentecostés. Nuevamente, en las palabras de S. Juan Crisóstomo:
A través del Espíritu Santo ya obtuvimos la remisión de nuestros pecados y hemos lavado todo ensuciamiento. Por medio de este don, los que hemos tenido recurso a la gracia hemos sido cambiados de seres humanos en ángeles. No quiero decir que se cambió nuestra naturaleza, sino algo mucho más maravilloso: permaneciendo seres humanos, vivimos según la manera de los ángeles.
Habiendo recibido el don del Espíritu Santo, concedido a los Apóstoles en aquel primer Pentecostés, y dádonos en la Crismación, re-afirmemos nuestra fe en el Dios Trino y expresémosla de manera cada vez más perfecta en su Santa Iglesia Ortodoxa. Cumplamos nuestro destino, creciendo cada vez más cerca de Cristo, viviendo más y más semejante a Dios –verdaderos hijos e hijas del Padre, por la gracia del Espíritu Santo. De verdad Él es la promesa de Cristo cumplida por nosotros hoy día.
Con mis oraciones, mi bendición y mi amor,
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